La paz depende también de ti

 

La represión no es la Paz. La indolencia no es la Paz. El mero arreglo externo e impuesto por el miedo no es la Paz. La reciente celebración del XXV Aniversario de la Declaración de los Derechos del Hombre nos recuerda que la Paz verdadera debe fundarse sobre el sentido de la intangible dignidad de la persona humana, de donde brotan inviolables derechos y correlativos deberes.

Es verdad también que la Paz aceptará obedecer a la ley justa y a la autoridad legítima, pero no permanecerá extraña a la razón del bien común y a la libertad humana moral. La Paz podrá llegar a hacer graves renuncias en la competición por el prestigio, en la carrera de armamentos, en el olvido de las ofensas, en la condonación de las deudas; llegará incluso a la generosidad del perdón y de la reconciliación; pero nunca mercantilizando con la dignidad humana, ni para tutelar el propio interés egoísta en perjuicio del legítimo interés de los demás; nunca por villanía; no podrá llevarse a cabo sin el hambre y sed de justicia; no se olvidará de los sudores necesarios para defender a los débiles, para socorrer a los pobres, para promover la causa de los humildes; para vivir no traicionará jamás las razones superiores de la vida (cf. Jn. 12, 25).

Pablo VI, Mensaje para la VII Jornada Mundial de la Paz 1974

 

Claves bíblicas de lectura

Evangelio según san Juan 12

 

20Entre los que habían llegado a Jerusalén para dar culto a Dios con ocasión de la fiesta, se encontraban algunos griegos. 
21Estos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron:
— Señor, quisiéramos ver a Jesús.
22Felipe se lo dijo a Andrés, y los dos juntos se lo notificaron a Jesús. 
23Jesús les dijo:
— Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. 
24Os aseguro que si un grano de trigo no cae en tierra y muere, seguirá siendo un único grano. Pero si muere, producirá fruto abundante. 
25Quien vive preocupado solamente por su vida, terminará por perderla; en cambio, quien no se apegue a ella en este mundo, la conservará para la vida eterna. 
26Si alguien quiere servirme, que me siga. Correrá la misma suerte que yo. Y todo el que me sirva será honrado por mi Padre.
 

Oración

Salmo 99

 

Salmo de acción de gracias.

Aclama al Señor, tierra entera,

servid al Señor con alegría,

acudid con gozo a su presencia.

Sabed que el Señor es Dios:

él nos ha hecho y a él pertenecemos;

somos su pueblo, el rebaño que apacienta.

Cruzad sus puertas dando gracias,

sus atrios con alabanzas;

dadle gracias y bendecid su nombre,

porque el Señor es bueno,

su bondad perdura por siempre,

su fidelidad por generaciones.