I Crónicas

Preparativos de David para el Templo (22, 2-19)

2David mandó reunir a los extranjeros residentes en territorio israelita y los utilizó como canteros para labrar piedras con las que edificar el Templo de Dios.

3Preparó también hierro en abundancia para los clavos de las hojas de las puertas y para los empalmes, una cantidad incalculable de bronce,

4e incontable madera de cedro que sidonios y tirios traían a David en gran cantidad.

5Pues David pensaba:

- Mi hijo Salomón es todavía joven e inexperto; por otra parte, el Templo que hay que edificarle al Señor ha de ser magnífico, famoso y admirable en todos los países. Voy a hacerle, pues, los preparativos.

Así que David hizo grandes preparativos antes de su muerte

6y luego llamó a su hijo Salomón y le encargó edificar un Templo al Señor Dios de Israel.

7David dijo a Salomón:

- Hijo mío, yo tenía proyectado edificar un Templo en honor del Señor mi Dios.

8Pero el Señor me comunicó lo siguiente: "Tú has derramado mucha sangre y has librado grandes batallas. No podrás, pues, edificar un Templo en mi honor, porque has derramado mucha sangre ante mí.

9Pero te nacerá un hijo que será un hombre apacible y yo le daré tranquilidad con todos sus enemigos circundantes. Se llamará Salomón, y en sus años concederé paz y descanso a Israel.

10Él edificará un Templo en mi honor. Él será mi hijo y yo seré su padre, y consolidaré para siempre su reinado sobre Israel".

11Ahora, hijo mío, que el Señor te acompañe para que aciertes a edificar el Templo del Señor tu Dios, tal y como te lo ha predicho.

12Sólo precisas que Dios te conceda sensatez e inteligencia para que, cuando él te encargue gobernar a Israel, guardes la ley del Señor tu Dios. 13Tendrás éxito si procuras practicar los mandatos y normas que el Señor prescribió a Israel por medio de Moisés. ¡Ten ánimo y valor! ¡No temas ni te acobardes!

14Mira, con qué sacrificio yo he preparado para el Templo del Señor cien mil talentos de oro, un millón de talentos de plata y una cantidad tan abundante de bronce y hierro que resulta incalculable. He preparado además madera y piedra que tú podrás aumentar.

15También tienes a tu disposición un gran número de obreros, albañiles, maestros carpinteros y canteros, y a especialistas en cualquier tipo de trabajo.

16El oro, la plata, el bronce y el hierro son incalculables. Así que, manos a la obra y que el Señor te acompañe.

17David ordenó a todos los dignatarios de Israel que ayudasen a su hijo Salomón:

18- El Señor vuestro Dios está con vosotros y ha pacificado vuestras fronteras, pues ha entregado en mi poder a los habitantes del país, ahora sometido al Señor y a su pueblo.

19Disponeos, pues, a servir al Señor vuestro Dios con todo vuestro ser y empezad a construir su santuario, para poder llevar el Arca del Señor y los objetos sagrados al Templo construido en honor del Señor.

Clave de lectura a la luz de la doctrina social de la Iglesia : La promoción de la paz

Antes que un don de Dios al  hombre y un proyecto humano conforme al designio divino, la paz es, ante todo,  un atributo esencial de Dios: « Yahveh- Paz » (Jc 6,24). La creación, que es un reflejo de la gloria divina, aspira a la paz.  Dios crea todas las cosas y todo lo creado forma un conjunto armónico, bueno en todas sus partes (cf. Gn 1,4.10.12.18. 21.25.31).

La  paz se funda en la relación primaria entre todo ser creado y Dios mismo, una  relación marcada por la rectitud (cf. Gn 17,1). Como consecuencia del  acto voluntario con el cual el hombre altera el orden divino, el mundo conoce el  derramamiento de sangre y la división: la violencia se manifiesta en las  relaciones interpersonales (cf. Gn 4,1-16) y en las sociales (cf. Gn 11,1-9). La paz y la violencia no pueden habitar juntas, donde hay violencia no  puede estar Dios (cf. 1 Cro 22,8-9) (Compendio de la doctrina social de la Iglesia, n. 488).