Momentos difíciles

Si atendemos el clamor de nuestros hermanos y nos dejamos inundar por la fuerza de Dios en la adversidad, descubriremos que, cuando somos sensibles al dolor del otro, somos más fuertes. Nuestra sociedad se hará más vigorosa, ganará músculo moral y estará más cohesionada, en la medida en que sea más abierta, más sensible y más solidaria. Madrid ha dado muchas y muy probadas muestras de esta capacidad para la integración, la acogida y la solidaridad (Carta Pastoral del Arzobispo de Madrid con motivo de la Constitución de la Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia de Madrid).

 

Corazón sensible

Tenemos que dejarnos afectar por los rostros de los que sufren. Debemos darles respuestas concretas sin olvidarnos de  “transformar las estructuras injustas para establecer el respeto a la dignidad del hombre” (CELAM, Documento de Aparecida 546). También evitar que la opción por los pobres corra el riesgo de “quedarse en un plano teórico y meramente emotivo, sin verdadera incidencia que se manifieste en acciones y gestos concretos” (Documento de Aparecida 397). Los creyentes trabajaremos junto con los demás ciudadanos e instituciones desde el diálogo constructivo y el consenso en favor del bien del ser humano y de un orden sin inequidad (cfr. Documento de Aparecida 384). Ciertamente, aunque la Iglesia no se pueda identificar con ninguna realización intrahistórica ni política,  no puede quedarse al margen de la lucha por la justicia (cfr.28). Al anunciar la Buena Nueva de Jesucristo, debe tratar de cohesionar, inyectar valores morales y despertar fuerzas espirituales que allanen el camino a una humanidad que se aproxime al sueño de Dios (Carta Pastoral del Arzobispo de Madrid con motivo de la Constitución de la Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia de Madrid).

Mano pronta

Tenemos que hacer las cosas bien. Las personas que llegan merecen una atención integral y un itinerario de inclusión social que tiene que ser estudiado para satisfacer todas sus necesidades, incluyendo las espirituales y religiosas. Queremos ejercer la hospitalidad, no almacenar personas. La capacidad y los medios para una respuesta estructural corresponden a las autoridades públicas con las que colaboraremos desde nuestras posibilidades.

Pido una respuesta solidaria, organizada y sin protagonismos ni descalificaciones. Que cada uno aporte lo que pueda y deba. Tendremos que hacer un esfuerzo de coordinación que nos vendrá muy bien para ser uno. Ojalá podamos desarrollar una respuesta como Iglesia en Madrid y esta unidad se traduzca también a otros campos pastorales. Sería un regalo de Dios para nuestra Iglesia a través de los refugiados. 

Los necesitados de última hora no compiten con los otros. Al contrario, nos obligan a revisar nuestras prácticas para mejorar la atención a aquellos y a estos. La política social de las distintas administraciones también se desafía: es preciso que, desde la atención a estos nuevos pobres, se articulen mejores respuestas para los antiguos y, sobre todo, se pongan en el centro de la acción política la lucha contra la exclusión y un modelo de desarrollo basado en la persona y en sus necesidades (Carta Pastoral del Arzobispo de Madrid con motivo de la Constitución de la Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia de Madrid).

 

PISTAS DE REFLEXIÓN

¿Qué realidad contemplamos a la luz de los textos?

¿Qué valores nos proponen?

¿Qué compromiso asumimos?