DIGNIDAD, LIBERTAD Y JUSTICIA PARA TODOS Y TODAS. SÍNTESIS DEL INFORME SOBRE LA SITUACIÓN DE DERECHOS HUMANOS

DIGNIDAD, LIBERTAD Y JUSTICIA PARA TODOS Y TODAS[1]

Año 2023, 75 aniversario de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH)

 

Como señalaba la ONU el pasado año en el Día Internacional de los Derechos Humanos, 10 de diciembre, en este año 2023 se cumple el 75 aniversario de la aprobación de la DUDH y, con este motivo, se ha iniciado una campaña que se desarrollará a lo largo del presente año con el fin de reavivar “el espíritu, el impulso y la vitalidad que culminaron con la DUDH hace 75 años y que rejuvenecer un consenso mundial sobre los derechos humanos.”, con tres objetivos básicos[2]:

 

  • Promover la universalidad y la indivisibilidad de los derechos.
  • Mirar al futuro. Reflexionar sobre los avances de los derechos humanos en los próximos 25 años, con la vista puesta en el centenario de la Declaración de Los Derechos Humanos.
  • Mantener el ecosistema de los derechos humanos.

 

Desde el primer punto del Preámbulo de la Declaración, se establece que “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”[3], y éste constituye toda la clave de bóveda de su arquitectura.

 

No podemos olvidar que, a pesar de que los problemas y dificultades cotidianos de toda índole nos puede ofuscar la visión de la realidad y nos dificulta valorar los progresos, que se van haciendo en la realización de los derechos humanos, queremos destacar la mayor concienciación frente a los desafíos del cambio climático, la ampliación en muchas zonas de los derechos, como el reconocimiento, al menos teórico, de la igualdad de género, el respeto a las personas con orientación sexual diversa, el reconocimiento de los derechos de los inmigrantes y refugiados, ...

 

Los derechos humanos representan el triunfo de la civilización sobre la barbarie, por eso “están siempre en el alero” (J.A. Marina) y reclaman de nosotros una actitud continuamente vigilante. Solo así, al modo de diligentes centinelas, seguiremos avanzando en lo que constituye una “piedra millar en el largo y difícil camino del género humano” (Juan Pablo II).

 

Es por eso que desde la Comisión diocesana de Justicia y Paz de Madrid queremos hacer hincapié en las condiciones y principios de dignidad, libertad y justicia, para todos y todas -Lema del Día Internacional de los Derechos Humanos de 2022- en la lectura de nuestra realidad actual, para señalar aquellos aspectos más sensibles en los que aún se debe avanzar mucho más, de acuerdo con el fin de reavivar esta Declaración en su septuagésimo quinto aniversario.

 

Como todo avance histórico, no está exento de paradojas. Ante todo, nos preocupa el modo de diluir y restringir derechos primarios que son el presupuesto de otros derechos, como el derecho a la vida, tomando el aborto como uno de los derechos asociados a los llamados derechos sexuales y reproductivos. Se normaliza así un gravísimo atentado contra la vida y se trivializa su significado, mientras se maltrata el derecho a la objeción de conciencia por parte de los médicos. “Si se pierde sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosa para la vida social” (Laudato si, 120).

 

Lo mismo puede decirse de la fase final de la vida o de la tendencia a reducir el derecho a la libertad religiosa (de las personas físicas y de las mediaciones en que se encuadra) a mera libertad de conciencia subjetiva y cuasi privada. O absolutizar la autonomía personal, sacralizando la lógica individual y desconectando la propia voluntad de la naturaleza y de la comunidad, confundiendo las necesidades humanas, concretas, universales e intemporales -que deben traducirse en derechos- con los deseos, de por sí infinitos, temporales y contextuales. Lo mismo se diga de la pretensión de imponer visiones concretas antropológicas por parte de los poderes públicos en todos los ámbitos. Ni el individualismo liberal ni el estatalismo totalizador son buenos ingredientes para continuar por la difícil senda de los Derechos Humanos, construida a base de siglos de sangre, sudor y lágrimas, sin olvido de lo que ha aportado en él la tradición cristiana.

 

Asimismo, nos preocupa la situación provocada por la invasión de Rusia a Ucrania que lleva más de un año provocando muerte, pobreza, desolación y desesperanza, especialmente en la población civil ucraniana. Nos sentimos muy concernidos no solamente porque como europeos nos resulta muy cercana, sino también porque Madrid y España siguen dando acogida a miles de ucranianos huidos de la guerra, de ahí que consideremos urgente y necesario hacer un llamamiento para parar esa invasión y esa guerra, para de esa forma garantizar la dignidad humana y hacer posible que las personas vivan en un entorno de libertad, justicia y paz.

 

Nos preocupa también otras decenas de conflictos que producen tanto dolor y sufrimiento especialmente para los más débiles. En situaciones de guerra y de conflicto es imposible disfrutar de la libertad. “La dignidad humana requiere, por tanto, que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido e inducido por convicción interna personal y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa” (Gaudium et Spes, 17).

 

Por otro lado, y en no menor importancia nos sigue alarmando la situación de la mujer en el mundo entero y en nuestro entorno cercano, no olvidemos las muertes por violencia de género en nuestro país. Como señalaba Gaudium et Spes 9, hace 60 años, entre las aspiraciones más universales de la humanidad está que “la mujer, allí donde todavía no lo ha logrado, reclama la igualdad de derecho y de hecho con el hombre”. Reclamamos los derechos de las mujeres en tantos países donde la mujer carece de los derechos más elementales para vivir su dignidad, su libertad y en justicia.

 

Igualmente, es imprescindible disponer de un planeta que permita la supervivencia de la humanidad. Por ello, debemos observar, analizar y actuar para que los cambios que se sucedan en el medio ambiente no nos perjudiquen de manera grave y definitiva a las posibilidades de habitabilidad de nuestro planeta. Como nos recordaba el papa Francisco en Laudato si, san Francisco declaraba su amor por nuestra madre tierra: “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba” (Laudato si,1). Sin duda alguna, existe un vínculo entre los DD HH y la conservación de la “casa común”, pues sin su conservación es imposible pensar en mantener una comunidad humana en condiciones relativamente dignas.

 

Seguimos constatando en nuestra tierra la exclusión y precariedad residencial con aumento de personas sin hogar y difícil acceso para los más jóvenes. En nuestra Comunidad de Madrid, el principal y más grave problema es la imposibilidad de acceso al derecho a una vivienda digna por parte de sectores amplios de población y la ausencia de políticas públicas efectivas de promoción y acceso a la vivienda social. Igualmente falta de acceso a servicios básicos que generan también situaciones de pobreza energética, deterioro progresivo de los sistemas de salud, educación y protección social, altos índices de desempleo juvenil, precariedad y explotación laboral, brecha salarial y su desigualdad a igual trabajo por género, el trato y discriminación a las personas migrantes y, en particular, la trata de personas humanas.

 

Es preocupante la existencia de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) que por el mero hecho de proceder de otros países en búsqueda de mejores condiciones de vida se les retiene, muchas veces hasta su expulsión. Estamos muy atentos a los insufribles retrasos de la Administración española, especialmente del Ministerio del Interior, a la hora de atender las peticiones de asilo, refugio, renovación de permisos, etc. que están provocando situaciones de inmenso sufrimiento y precariedad y, en algunos casos, están produciendo que personas ya plenamente integradas en nuestro país y en sus empresas se vean abocadas a la irregularidad con el consiguiente perjuicio para todos.

 

Es inconcebible que ante las bolsas de población estable de personas en situación administrativa irregular las administraciones miren hacia otro lado y los tengan por inexistentes, obviando procesos de regularización e integración en plenitud de derechos y deberes. Debería de existir una mayor coordinación entre el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, la Comunidad de Madrid y los municipios receptores de personas desplazadas a las que hay que seguir respondiendo con la acogida, la protección, la promoción y la integración como nos pide el papa Francisco.

 

Igualmente, debemos seguir insistiendo en una solución para los vecinos de la Cañada Real Galiana, Madrid, donde cerca de 1.200 familias llevan demasiado tiempo sin electricidad. Esto afecta especialmente a los niños y a las personas más vulnerables. También nos preocupa la situación de calle de personas nacionales y extranjeras; el 20,9 % de la población madrileña (1 de cada 5 personas) en situación de riesgo de pobreza y exclusión social (Indicador AROPE)[4].

 

En definitiva, como señala Gaudium et Spes ,78: “Esta paz en la tierra no se puede lograr si no se asegura el bien de las personas y la comunicación espontánea entre los hombres, de sus riquezas de orden intelectual y espiritual. Es absolutamente necesario el firme propósito de respetar a los demás hombres y pueblos, así como su dignidad, y el apasionado ejercicio de la fraternidad, en orden a construir la paz. Así, la paz es también fruto del amor, el cual sobrepasa todo lo que la justicia puede realizar”.

 

Finalmente, queremos reconocer la labor, muchas veces callada, de aquellas personas de buena voluntad y de las que con coraje ponen en riesgo su seguridad personal y familiar y aquellos, que sacrifican su vida con su testimonio activo, en favor de los derechos de los demás y especialmente de los más vulnerables.

 

Que Dios nos ayude a seguir luchando para que la cultura de los Derechos Humanos y su efectivo respeto y vigencia sean una realidad en el ámbito en que nos toca defenderlos.

 

24 de marzo de 2023



[1] Lema del 10 de diciembre de 2022 hasta 10 de diciembre de 2023, fecha en que se cumple el 75 aniversario.

[2] Con este motivo las Naciones Unidas han creado una página especial:

https://www.ohchr.org/es/get-involved/campaign/udhr-75

[3]Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

https://www.un.org/es/documents/udhr/UDHR_booklet_SP_web.pdf