Enlázate por la Justicia invita a un Gesto de Esperanza para este Sábado Santo
El panorama ante la pandemia que vivimos, es poco alentador, tanto en España como a nivel mundial: muchas familias que están quedando en el paro, los sistemas sanitarios desbordados, ni siquiera es posible consolar a los seres queridos que han perdido un familiar, ancianos y enfermos aislados y así podemos sacar una lista innumerable, real y muy cercana, sin embargo, podemos hacer una lectura esperanzadora, en medio de la noche, porque tenemos la certeza de que el día, antes o después, llegará.
La crisis del coronavirus (COVID-19) nos ha hecho conscientes de nuestra fragilidad. El mundo desarrollado parecía a salvo de todas las noticias negativas: guerras, hambre, catástrofes naturales, incluso las epidemias, las sufrían siempre otras personas, nosotros estábamos a salvo con unos medios económicos y técnicos que nos ayudaban a resolver todos los problemas. Tal y como nos ha recordado el Papa recientemente “no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo.
Ahora nos sentimos débiles y vulnerables y eso nos desconcierta. Pero pasados los días primeros, comenzamos a sentirnos hermanados con todos. El confinamiento de estos días, junto con la reflexión y oración, ha empezado a cambiar nuestras vidas y nuestra percepción del mundo. Más que nunca somos conscientes de que compartimos como familia humana una Casa Común: un hogar del que todas las personas somos responsables y partícipes y en el que también convivimos con otras formas de vida; también con las microscópicas.
El COVID-19 ha hecho que resuene en nosotros con más fuerza que nunca el mensaje de Laudato si ìy de Querida Amazonía: “todo está conectado”. Y hoy más que nunca somos conscientes de que hay cosas que no se pueden someter a la lógica del mercado: una sanidad universal, la protección de los más débiles, el cuidado de las personas más vulnerables, la preservación del medio ambiente.
Ante nuestros hospitales saturados, podemos experimentar vagamente lo que en otros países se vive adiario: morir de enfermedades por no tener médicos, medicinas o condiciones higiénicas suficientes. Continúa