29.09.2016 21:15
La paz no es una insidia (cf. Job. 15, 21). La paz no es un engaño sistemático (cf. Jer. 6, 14). Mucho menos es una tiranía totalitaria y despiadada, y de ninguna manera violencia; pero al menos la violencia no osa apropiarse el nombre augusto de Paz.
Es difícil, pero es también indispensable, formarse el concepto auténtico de la Paz. Difícil para quien cierra los ojos a esa primera intuición que nos dice que la Paz es una cosa profundamente humana. Este es el mejor camino para llegar al descubrimiento genuino de la Paz: si nos ponemos a buscar dónde nace verdaderamente, nos damos cuenta de que ella hunde sus raíces en el auténtico sentido del hombre. Una Paz que no sea resultado del verdadero respeto del hombre, no es verdadera Paz. Y ¿cómo llamamos a este sentido verdadero del hombre? Lo llamamos Justicia.
Claves bíblicas de lectura
Jeremías 6
9Así dice el Señor del universo:
Rebusca en el resto de Israel
igual que se rebusca en una viña;
pasa tu mano como el vendimiador
examinando los pámpanos.
10¿A quién me voy a dirigir,
a quién conjuraré para que me escuchen?
¡Si tienen un oído incircunciso,
incapaz de prestar atención!
¡Si consideran la palabra del Señor
vergüenza, porque no les agrada!
11Pues yo estoy repleto de la ira del Señor,
y me siento incapaz de contenerla.
Derrámala sobre los niños, en la calle;
también sobre los grupos de jóvenes.
Caerán a la vez marido y mujer,
adultos junto con ancianos.
12Sus casas pasarán a otros,
también sus campos y mujeres,
pues voy a extender mi mano
sobre los habitantes del país
—oráculo del Señor—.
13Es que del pequeño al grande
todos piensan en medrar;
del profeta al sacerdote
todos andan entre fraudes.
14Han curado la herida de mi pueblo,
pero sólo por encima, diciendo:
“Paz, paz”, pero no hay paz.
15Deberían sentirse avergonzados
por haber cometido abominaciones;
pero no se van a avergonzar,
ni siquiera conocen el pudor.
Por eso caerán entre otros caídos,
se hundirán cuando venga a castigarlos
—dice el Señor—.
Oración
Salmo 94
1¡Venid, cantemos con gozo al Señor,
aclamemos al que es nuestro amparo salvador!
2¡Vayamos hacia él dándole gracias,
aclamémosle con cantos!
3Porque el Señor es un Dios grande,
un gran rey sobre todos los dioses.
4En su mano están las simas de la tierra,
las cumbres de los montes son suyas;
5suyo es el mar, pues él lo hizo,
y la tierra firme que crearon sus manos.
6Venid, adorémoslo de rodillas,
postrémonos ante el Señor que nos hizo,
7porque él es nuestro Dios
y nosotros el pueblo que apacienta,
el rebaño que él guía.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz!
8“No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como en el desierto el día de Masá,
9cuando vuestros padres me retaron,
me probaron aun conociendo mi obra”.
10Cuarenta años rechacé a esta generación
y dije: “Son un pueblo extraviado,
no conocen mis caminos”.
11Yo juré lleno de cólera:
“No entrarán en mi lugar de descanso”.