TRAGEDIA EN EL NORTE DE ÁFRICA. MARRUECOS Y LIBIA

TRAGEDIAS EN EL NORTE DE ÁFRICA
 
El pasado 8 de septiembre, un devastador terremoto en Marruecos, en la zona del Atlas, ocasionó más de 3.000 muertos y alrededor de 5.500 heridos, además de un ingente número de viviendas destruidas, lo que ha provocado que miles de supervivientes se hayan quedado prácticamente sin nada.
El 10 de este mismo mes, el ciclón Daniel arrasó el noreste de Libia (tras su paso por Grecia, Turquía y Bulgaria donde ocasionó 20 muertos), lo que ocasionó la rotura de dos presas que provocaron una enorme tragedia en la ciudad de Derna. En estos momentos los medios de comunicación están hablando de 10.000 muertos, 10.000 desaparecidos y decenas de miles de desplazados. 
Desde la Comisión Diocesana de Justicia y Paz Madrid, y en comunión con nuestro Arzobispo, que nos ha exhortado a rezar por las víctimas de Marruecos, solicitud que extendemos a nuestros hermanos de Libia, queremos unirnos a la petición de oración de la Iglesia por todas las víctimas recordando las palabras del papa Francisco por Libia: “por aquellos que han perdido la vida, sus familias y las personas desplazadas. No debemos dejar de mostrar nuestra solidaridad hacia estos hermanos y hermanas que están pasando por una calamidad tan devastadora",  y las expresadas en la carta de la CEE al arzobispo de Rabat: “Nos unimos a toda la Iglesia para rezar por las personas afectadas, por los difuntos, por los heridos, por los desaparecidos y por todas aquellas que han perdido sus bienes y sobre todo a sus seres queridos, para que encuentren la protección divina, el consuelo y la fortaleza en estos momentos de sufrimiento.”
Y, junto con esta oración, expresamos nuestra denuncia porque, si estos siniestros han alcanzado tan enorme magnitud, es por haber sucedido en dos países pobres y, en el caso de Libia, sumido en una guerra civil soterrada desde hace diez años que lo ha convertido en un Estado fallido. Construcciones pobres y viejas, malas comunicaciones, presas en mal estado de conservación, medios de atención civil escasos, corrupción…, todo ello ha agravado y aumentado las muertes, los heridos, las personas que se han quedado sin casa, los desplazamientos que se están produciendo y se producirán en las próximas semanas. Los efectos de un terremoto, un ciclón o inundaciones no son los mismos en Europa que en los países del Magreb.
No debemos olvidar, por otra parte, que la virulencia del ciclón Daniel se ha debido a las altas temperaturas del Mediterráneo, una consecuencia del cambio climático que afecta con mayor gravedad a los más desfavorecidos. 
Por eso, para alcanzar una vida más digna, desde estos dos países salen cientos de barcos y pateras en penosas condiciones para llegar a Europa, de tal modo que el Mediterráneo, mes tras mes, se convierte en tumba de cientos de personas. Mientras redactamos estamos líneas, a la isla de Lampedusa están llegando miles de personas desde las costas de Túnez, para los cuales, por el momento, no hay respuesta eficaz de la Unión Europea. A Marruecos y a Libia ha llegado ayuda de los países europeos, lo cual aplaudimos, a la vez que nos preguntamos: ¿por qué no para los hombres, las mujeres, los niños que han llegado a Lampedusa? 
El papa Francisco, en el video de este mes, formula una pregunta que nosotros hacemos nuestra: “¿Cómo hemos podido llegar a este nivel de indiferencia?”.
Que el silencio de los muertos, el grito de los heridos y el llanto de tantas víctimas nos impulsen en la tarea de la construcción del Reino de Dios.