TORTURA: UN CRIMEN DE LESA HUMANIDAD
El 12 de diciembre de 1997, la Asamblea General de la ONU, en su resolución 52/149, proclamó el 26 de junio Día Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, con vistas a su erradicación total y a la aplicación efectiva de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (resolución 39/46), que entró en vigor el 26 de junio de 1987.Las Naciones Unidas consideran la tortura como un crimen de lesa humanidad, uno de los cuatro tipos de crímenes que se considera de mayor trascendencia para la comunidad internacional, al igual que el genocidio, los crímenes de guerra y el crimen de agresión. El primer enjuiciamiento por crímenes de lesa humanidad tuvo lugar en los juicios de Núremberg, contra los líderes derrotados de la Alemania nazi.
Se puede considerar la tortura como intrínsecamente perversa pues su objetivo es acabar con la personalidad de la víctima y, por tanto, niega la dignidad del ser humano al causar sufrimiento extremo para obtener de ella o de un tercero información o una confesión, o bien para castigarla o coaccionarla por cualquier tipo de discriminación. La maldad de la tortura se ve incrementada porque se realiza por parte de funcionarios públicos o personas en el ejercicio de funciones públicas.
Desde el principio de la humanidad, los seres humanos han torturado a sus semejantes, y en el siglo XXI, para vergüenza de la comunidad humana, se sigue haciendo. Tan solo hace unos meses, con la caída del régimen de Al Asad se han hecho públicas
las torturas en la cárcel de Sednaya, que según definición de Amnistía Internacional era un “matadero humano”. Por lo que recordar este día sigue siendo absolutamente necesario, para conseguir erradicar este comportamiento perverso. Igual que es preciso, recordar a las víctimas de la tortura y darlas la atención necesaria física y psicológica que precisen, para poder superar, o al menos mitigar, tan horrible experiencia.
El papa Francisco,
en su video por la oración de junio de 2023 por la abolición de la tortura, nos decía: “La tortura, ¡Dios mío!, la tortura. La tortura no es una historia de ayer, desgraciadamente, es parte de nuestra historia de hoy”, y se preguntaba: “¿Cómo es posible que la capacidad humana sea tan grande?” y para evitar este horror, nos recordaba que: “es imprescindible poner la dignidad de la persona por encima de todo”.
Los cristianos no podemos olvidar, más especialmente si cabe que el resto de los seres humanos, a las víctimas de la tortura, porque Nuestro Señor Jesucristo fue torturado bárbaramente tanto en su pasión como en su cruz, como nos recordaba el papa Francisco, en el video mencionado, por el hecho de mostrarnos el amor del Padre y cuántos otros mártires que reconocemos como santos no han sido igualmente torturados. Multitud de inocentes, personas vulnerables, mujeres a los que se les ha destrozado en cuerpo y alma; y aunque haya culpables entre ellos se les puede juzgar y condenar según las leyes, nunca torturar.
Pidamos al Señor Jesús por todas las personas que han sufrido y sufren tortura, y para que pronto podamos extirpar esta terrible lacra de nuestro mundo.