LA LUCHA POR EL DESARME NUCLEAR- 5 de marzo Día Internacional para Concienciar sobre el Desarme y la No Proliferación

LA LUCHA POR EL DESARME NUCLEAR
5 de marzo Día Internacional para Concienciar sobre el Desarme y la No Proliferación 
 
 
1. Introducción
El 23 de enero de 2025 fue el tercer aniversario de la entrada en vigor del TPAN (Tratado Prohibición Armas Nucleares). En este periodo y hasta la fecha se han celebrado dos encuentros de States Parties (Estados Miembros del Tratado).
En España, tenemos ya muchas organizaciones eclesiales y civiles que contribuyen a la sensibilización de la ciudadanía con el fin de llegar al desmantelamiento de estas armas diabólicas, por ejemplo, La Alianza por el Desarme Nuclear que ha desarrollado acciones muy significativas en los últimos años.
Si bien, no quiero agobiar con datos estadísticos sobre el número de armas nucleares en el mundo, son datos muy conocidos, sí es importante conocer que ya no son solamente Rusia, EE. UU., China, Francia e Inglaterra los países que tienen arsenales de armas nucleares, ya que a este grupo hay que añadir India, Pakistán, Corea del Norte, África del Sur, Israel y probablemente dentro de poco Irán. Entre el 80 y el 90 % de los arsenales nucleares están en manos de EE. UU. y Rusia que han mantenido hasta hace poco un cierto “equilibrio”, por decirlo así, en la disuasión nuclear, pues la bipolaridad anterior entre occidente y oriente se ha roto desde hace ya varias décadas y se ha presentado la multipolaridad con nuevos países en posesión de armas de destrucción masiva (e incluso hay organizaciones no-estatales que se animan a tener una bomba atómica, por ejemplo, organizaciones terroristas).
La inseguridad ha aumentado considerablemente también por el fracaso del Tratado sobre la No Proliferación (1968) y la cancelación de las negociaciones bilaterales entre Rusia y los EE. UU., sobre la disminución de la cantidad de armas nucleares en EE. UU. y Rusia (START) por el surgimiento de una “Nueva Guerra Fría” a lo largo de los últimos 10-15 años. Añadimos que últimamente Putin con sus amenazas sobre el posible uso de armas nucleares tácticas en Ucrania y contra la OTAN ha aumentado todavía más la inseguridad en nuestro mundo.
Hay una sensación creciente entre los expertos de que no debe ocurrir ningún incidente (provocado o no provocado) para que no estalle una Tercera Guerra Mundial. Además, hay que añadir también que los enormes intereses económicos (complejo militar-industrial en relación con los grandes bancos y grandes empresas en el sector financiero) y los motivos geopolíticos no contribuyen a una relajación de las relaciones internacionales, y que la ética en estas relaciones parece estar cada vez más ausente.
2. ¿Cómo cambiar este panorama tan deprimente?
En primer lugar, tenemos que darnos cuenta de que una abrumadora mayoría de la población mundial está en contra de las armas nucleares. También hay que saber que el TPAN ya está ratificado por unos 100 países y por el vigente Derecho Internacional debía haber sido implementado en todos sus aspectos hace 3 años. Lo único que impide esto es el NO de los países que tienen estas armas de destrucción masiva y la no ratificación del TPAN de países que no tienen armas nucleares, pero se sienten obligados de no firmar por “lealtad” a las alianzas que les ata en sus decisiones. Una clara violación del Derecho Internacional.
Por la tanto, la lucha en favor del desarme nuclear depende mucho de la Sociedad Civil y la Opinión Pública. Tenemos dentro de la Sociedad Civil, por ejemplo, el importante trabajo que la organización civil ICAN (premio Nobel de la Paz 2017) está realizando en favor de la abolición de armas nucleares, y así un elenco de otras organizaciones internacionales civiles y religiosas, hasta instituciones científicas como por ejemplo el SIPRI en Estocolmo o el International Peace Bureau (IPB) en Ginebra.
Una participación en esta lucha, desde el desarrollo de un pensamiento crítico, desde los valores del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia es absolutamente necesaria y urgente, asumiendo nuestra responsabilidad para con la Creación de Dios, y desde nuestra responsabilidad y obligación moral como cristianos, desde el amor de Cristo que nos apremia.
Un aspecto muy importante para romper la resignación y el sentido de impotencia es contribuir a una recuperación de algo tan básico e imprescindible, pero casi olvidado en la vida política y social: el respeto por el otro, el respeto por la vida, el respeto por todos y todo lo que quiere vivir. En esta línea, quiero referirme a unas observaciones de dos grandes pioneros en el campo del desarme nuclear, P. Dominique Pire y Albert Schweitzer, observaciones hechas hace ya más de 60 años y todavía de gran actualidad para la Sociedad Civil y la Opinión Pública:
- Combatir con todos los esfuerzos los prejuicios entre los estados, entre los pueblos y entre las personas que conducen a la desconfianza.
- Denunciar cada prueba nuclear, incluso las que se fomentan desde objetivos científicos.
- Construir una civilización humana cuya base son los Derechos Humanos. Terror produce terror. Apoyando el terror (las armas nucleares en primer lugar, terror más grande es imposible) nos convierte en seres inhumanos poniendo grandes obstáculos en el camino hacia esta civilización humana donde se respeten los derechos básicos de los pueblos y de cada persona.
3. A modo de cierre
No cabe ninguna duda de que hemos llegado a un momento crucial de cambio de época. La  disyuntiva a la que nos enfrentamos es: optamos por el miedo y preferimos cerrar nuestros ojos y oídos para vivir como si el peligro de las armas nucleares no existiese, o bien encontramos la valentía de resistir con argumentos sólidos desde la ética y de la espiritualidad. Y como cristianos además y en primer lugar desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia (cf. nrs. 508-511).
La motivación para luchar contra las armas nucleares y las horribles e inimaginables consecuencias de una guerra nuclear no debe tener, a mi juicio, ningún elemento ideológico o de propaganda. Tampoco se trata de esconderse en “cierta neutralidad” basada en el miedo. La motivación principal es el instinto de supervivencia para vivir y ofrecer una vida digna para las futuras generaciones (Cf. también George Kennan, The nuclear delusion).
Y como cristianos debemos darnos más cuenta, a mi parecer, de nuestra gran responsabilidad para cuidar la Creación y respetar a todas las personas y a todo lo que vive. El papa Francisco ya lo expresó de modo elocuente en su discurso ante la ONU en marzo 2017: “El Preámbulo y el primer artículo de la Carta de las Naciones Unidas indican los cimientos de la construcción jurídica internacional: la paz, la solución pacífica de las controversias y el desarrollo de relaciones de amistad entre las naciones”. Y el papa destaca en este importante discurso la siguiente conclusión: “El desarme nuclear es un imperativo moral y humanitario”.
En este espíritu, podemos entrar en el “Nuclear Ban Week”  (2-9 de marzo de 2025),  que coincide con el Tercer Encuentro de los Estados Miembros del TPAN que se celebra en New York. Seguimos luchando por un mundo libre de armas nucleares desde la opinión pública y desde la sociedad civil construyendo redes de esperanza en tiempos de desesperanza.
 
Ton Broekman
Miembro del Grupo de Trabajo “Desarme Nuclear”
de la Comisión General de Justicia y Paz de España
 
 
Desde la Comisión Diocesana de JYP Madrid, animamos a cualquier persona, organización, entidad o parroquia de la Archidiócesis de Madrid a que se una, impulse y exprese su apoyo al Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares de la ONU. Hay que indicar que de los ocho obispos adheridos a este movimiento se encuentra nuestro obispo don Vicente Martín. 
Lo podéis hacer rellenando el formulario. que encontrareis en los enlaces :